Dejar
nuestro último post en Nepal fue muy difícil. Decirles adiós a los amigos, al
colegio, los colegas, al trabajo, la ciudad, la gente, los que trabajaban con
uno, los del mercado, la tienda, el restaurante, y un largo etcétera, fue
complicado. Para resumir, dejar atrás una vida ya organizada es muy duro. Y empezar
otra es aún peor.
Ahora
encuentro una razón aún más fuerte para dejar la vida internacional. Vivimos en
Nepal varios años y todos en la familia lo amamos. En mi caso, no sólo quise su
gente sino que pude conocer de cerca su cultura, su geografía y un estilo de
vida muy diferente al mío. Hoy, con esa tristeza que me invade desde hace casi
tres semanas y que antier creció con el nuevo terremoto, veo otra razón enorme
para dejar la vida de expat.
Hace 18
días me sentía impotente por no estar allá en el país asiático, no acompañar a
mis amigos, ayudar y básicamente estar juntos y presentes en este terrible
momento. Ayudaba desde aquí, en mi nuevo post, como podía: diseminando información,
haciendo donaciones, hablando con todos sobre cómo es Nepal para crear
solidaridad con los nepalíes. Pero en el segundo terremoto y en todas las réplicas que ha habido, siento que los
efectos psicológicos, económicos y sociales son tan demoledores en los que
están allá que he pensado que gracias a dios no estamos allá. Y hasta
pensé que si yo estuviera ahí con mis hijos, saldría del país por su
seguridad.
Me siento
terrible al pensar que yo desde aquí no puedo hacer nada y que como no es mi
país tengo la opción de no volver. A pesar de querer volver, el tiempo ahora no
es el mejor y además mi esposo se reúsa.
Siento que
desde mi “cómodo” puesto de expat, la tragedia me toca el alma pero no puedo
hacer nada. Más allá de tener un vínculo de amor con el país, no tengo más. No tengo
vínculos de sangre ni de trabajo ni económico. No soy necesaria allá. Nadie me
espera ni nadie me necesita. Porque sí, viví allá y tuve amigos y conocí pero
más allá de eso no hay nada más.
Y eso me parte el corazón.
Por eso,
este blog no hablará exclusivamente de lo positivo que es vivir en el exterior,
esa idea de vida expat tan rosa que a veces se tiene. Este blog hablará de la realidad de migrar a otros países, acomodarse, y luego marcharse. Será también
como un camino de regreso a nuestro país de origen, porque el viaje a nuestras raíces
ya empieza.
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