Árbol del desierto

Árbol del desierto
A quien amas, dale alas para volar, raíces para volver y motivos para quedarse. - Dalai Lama

Monday, May 18, 2015

Volviendo al origen

Hace meses rondaba en mi cabeza la idea de dejar esta vida de expatriada, para unos tildada –exageradamente- de cómoda. Ya estaba viendo las desventajas especialmente ahora que mis hijos entran a la adolescencia y se aferran más a sus amigos. 


Dejar nuestro último post en Nepal fue muy difícil. Decirles adiós a los amigos, al colegio, los colegas, al trabajo, la ciudad, la gente, los que trabajaban con uno, los del mercado, la tienda, el restaurante, y un largo etcétera, fue complicado. Para resumir, dejar atrás una vida ya organizada es muy duro. Y empezar otra es aún peor.

Ahora encuentro una razón aún más fuerte para dejar la vida internacional. Vivimos en Nepal varios años y todos en la familia lo amamos. En mi caso, no sólo quise su gente sino que pude conocer de cerca su cultura, su geografía y un estilo de vida muy diferente al mío. Hoy, con esa tristeza que me invade desde hace casi tres semanas y que antier creció con el nuevo terremoto, veo otra razón enorme para dejar la vida de expat.

Hace 18 días me sentía impotente por no estar allá en el país asiático, no acompañar a mis amigos, ayudar y básicamente estar juntos y presentes en este terrible momento. Ayudaba desde aquí, en mi nuevo post, como podía: diseminando información, haciendo donaciones, hablando con todos sobre cómo es Nepal para crear solidaridad con los nepalíes. Pero en el segundo terremoto y en todas las réplicas que ha habido, siento que los efectos psicológicos, económicos y sociales son tan demoledores en los que están allá que he pensado que gracias a dios no estamos allá. Y hasta pensé que si yo estuviera ahí con mis hijos, saldría del país por su seguridad.

Me siento terrible al pensar que yo desde aquí no puedo hacer nada y que como no es mi país tengo la opción de no volver. A pesar de querer volver, el tiempo ahora no es el mejor y además mi esposo se reúsa.

Siento que desde mi “cómodo” puesto de expat, la tragedia me toca el alma pero no puedo hacer nada. Más allá de tener un vínculo de amor con el país, no tengo más. No tengo vínculos de sangre ni de trabajo ni económico. No soy necesaria allá. Nadie me espera ni nadie me necesita. Porque sí, viví allá y tuve amigos y conocí pero más allá de eso no hay nada más.

Y eso me parte el corazón.



Por eso, este blog no hablará exclusivamente de lo positivo que es vivir en el exterior, esa idea de vida expat tan rosa que a veces se tiene. Este blog hablará de la realidad de migrar a otros países, acomodarse, y luego marcharse. Será también como un camino de regreso a nuestro país de origen, porque el viaje a nuestras raíces ya empieza.

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