Casi dos meses
sin publicar en el blog. La razón está muy ligada con la vida expat y es la de
pasar vacaciones en, donde muchos expatriados llaman hogar, que para muchos
otros es la tierra de origen. En nuestra familia de cuatro, no llamamos hogar
los países de dónde venimos. Llamamos hogar nuestra casa donde residimos, el
país de turno que sea, con nuestras cosas, nuestros muebles, nuestras rutinas,
eso es lo que para nosotros es hogar.
Aquí voy a
abrir un paréntesis para explicar que mi esposo y yo somos de países
diferentes, así que los niños pertenecen literalmente al grupo denominado Los
niños de la tercera cultura (Third Culture Kids, TCK). Por lo tanto, la idea de
hogar como el país de origen no se aplica a nosotros. Yo soy latina y él
europeo. El sentido de pertenencia a mi cultura, mi familia, mi círculo es muy
fuerte. Tengo clara mi identidad del país en el que nací y crecí durante 30
años. Mi esposo siente lo mismo del suyo. Así que no les imponemos este
pensamiento a nuestros hijos, que han vivido en cuatro países el 95 por ciento
de sus vidas.
Por más de
que les hayamos inculcado que vienen de los dos países de sus padres y que cada
vez que viajamos se sientan parte de ellos -porque se adaptan rápido, tienen
fuertes lazos con las familias y amigos-, ellos no han vivido lo suficiente
como para identificarse plenamente con un territorio. Hemos vivido en África
seis años y en Asia, tres, lo que los ha influenciado mucho. Tienen un vínculo
muy fuerte con los países, especialmente con Nepal porque ha sido más reciente.
En su corazón sienten (sentimos) un cariño especial por Uganda, Kenia, Sudán y
Nepal, pero tienen claro que no son de allá (de acá). Ellos dicen que son de
los países donde el papá y la mamá nacieron. La explicación del mayor de 12
años es que uno es de donde son los papás. Vamos a ver qué pensará en unos años
cuando su identidad esté más definida.
He conocido
niños que niegan su lugar de origen y dicen que son de donde viven. Por otro
lado, también he conocido lo opuesto. La hija de seis años de unos amigos
cercanos nació en Estados Unidos, sus papás son cada uno de diferente país, y
la niña está orgullosa de ser estadounidense. En el Día Internacional en el
colegio, despliega satisfecha la bandera de EUA.
Los colegios
internacionales promueven la identidad cultural y alientan a los niños a
sentirse orgullosos de sus raíces ese Día. Una familia multiculti que conocí llegó
esa ocasión así: hijo mayor con la camiseta de Angola, hija mayor con vestido
colombiano, hijo del medio con los colores de la bandera alemana pintados en la
cara e, hijo menor con camiseta portuguesa. Todos se sentían parte de ese lugar
bien sea porque habían nacido ahí, vivido años, tenían amigos o familiares o
era el lugar de origen de sus papás. Una verdadera muestra de la coexistencia de
diferentes culturas bajo un mismo techo.
Así que
pasamos dos meses y medio en nuestros países de origen (a los que amamos) pasando
mucho tiempo con familia y amigos, lo más importante para nosotros. Sin embargo,
la estadía no se llama técnicamente vacaciones porque la mayoría del tiempo
estuvimos ocupados con vueltas de bancos, revisiones médicas, tratamientos
médicos, citas a oficinas, etc. Así que una parte del tiempo que se usa en las vacaciones
de los expats, está programado para ese tipo de logísticas.
La verdad,
yo no me puedo quejar, porque entre cita y cita pude estar con los que más quiero
y son más importantes para mí. Además, los niños mejoran los idiomas que saben
y que no practican tanto cuando están en su hogar.
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